Ser madre de varones

Tener un hijo nos lleva a la gran oportunidad de contactar con lo masculino esencial, sin juicios previos, sin falsas concepciones, sin condicionamientos.

Cuando tenemos uno, dos o más hijos varones, la vida nos invita a mirar en sus ojos lo masculino íntegro, en belleza, vulnerable y espontáneo, sin malicia alguna, al servicio del amor.

Tener un hijo nos lleva a la oportunidad de sanar la herida con el padre, con lo masculino en nuestra vida, con viejas historias.

 Nos lleva a honrar a los hombres de nuestro linaje, a sanar las vivencias de víctimas y victimarios.

Nos lleva a conectar profundamente con nuestra energía masculina, que es también abierta, divertida, dulce, sostenida, arraigada a nuestro sol interno que brilla, que es sin pedir permiso, que ilumina desde el amor.

Un hijo nos enseña que lo masculino también honra la vida, que la guerra es más bien una lucha por regresar lo sagrado a lo cotidiano, que el desafío está en romper nuestros propios condicionamientos.

Un hijo siempre nos desafía, porque su presencia en nuestra vida nos lleva irremediablemente a la oportunidad de hacer nacer una nueva energía masculina en el mundo: al servicio de la vida, de la familia, del hogar y del amor infinito.

Benditos sean nuestros niños



Fuente: Madre Consciente




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